El Presidente de la República, José
Mujica, asistió al acto de imposición del Jefe de Estado
Mayor de la Defensa (ESMADE), Gral. José Bonilla, que
se realizó ante una nutrida concurrencia en el
Ministerio de Defensa Nacional. También asistieron el
titular de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Chediak;
los ministros de Defensa Nacional, Luis Rosadilla; de
Industria, Energía y Minería, Ernesto Kreimerman; de
Turismo y Deporte, Héctor Lescano; legisladores e
integrantes de las comisiones de Defensa de ambas
cámaras parlamentarias y los comandantes en jefe de las
Fuerzas Armadas, entre otros.
Al inicio de su discurso, el ministro
Rosadilla reconoció que “coincidimos con el general
Bonilla en que ésta debía ser una ceremonia austera. Si
será austera –ejemplificó- que al día de hoy no tenemos
despacho para el jefe de la ESMADE. Estamos buscando un
lugar donde pueda ir tomando sus primeras decisiones”.
El jerarca sostuvo que la imposición
en el cargo, “es solo un escalón en un camino que vamos
a recorrerlo todos los uruguayos. Mejorar nuestra
capacidad de defensa y hacer muchos más eficientes
nuestros gastos en la materia. Unir más profundamente a
todos los actores de la Defensa, es decir, a todos los
uruguayos que, como bien dice la Ley, es un derecho y
una obligación de todos los habitantes del país”.
En otro tramo de su alocución, el
ministro Rosadilla se comprometió a que “no más allá
del 1o. de noviembre de 2011, con el trabajo que se
lleve adelante en el ESMADE, podamos entregarle a la
sociedad uruguaya a través del sistema político, un
proyecto que habrá que discutir, articular y mejorar o
rechazar si no convence. Una propuesta que nos diga a
los uruguayos qué Fuerzas Armadas queremos tener. Cuál
debe ser su formación, organización, armamento,
doctrina, empleo, tareas y despliegue”.
Más adelante, se refirió a un tema
que ya ha sido abordado por las autoridades
ministeriales: la reducción de las Fuerzas Armadas. “En
mi opinión, seguramente vamos a ir hacia alguna
reducción”, indicó. Y añadió que “no me apuren en
decirles cuándo, porque primero nuestro país tiene que
decir qué espera de ellas, qué tareas quiere que cumpla,
para qué las quiere emplear y qué capacidades deben
tener. A partir de entender claramente esa demanda,
-razonó- de comprender qué está esperando la sociedad de
sus Fuerzas Armadas es que podremos responder qué
Fuerzas Armadas necesitamos para cumplir con esta
demanda”.
Adaptación a las transformaciones
Acto seguido, el general Bonilla
expresó que “el liderazgo político, su legítimo
conductor y representante del pueblo uruguayo (en
alusión al presidente Mujica) inspirado en la idea de
profundizar las relaciones político-militares ha
decidido dar los pasos necesarios para reformular la
organización del Ministerio de Defensa Nacional
dotándolo de una organización moderna para el
asesoramiento militar, formulación doctrinaria y mando
de operaciones conjuntas y combinadas”.
El ex comandante de la Fuerza Aérea
añadió que “no debemos ni deseamos visualizar esta etapa
como un final en sí mismo. Al contrario, vemos este
hecho como el comienzo de un futuro que llevará el
instrumento militar de la República hacia un desarrollo
signado por la eficiencia, el profesionalismo y el
servicio a los objetivos políticos de todos los
orientales en un marco de unión nacional. Ante la nueva
tarea, el compromiso es aprender y esforzarnos en hacer,
convencidos de que el fruto que dejaremos no será
cosechado por nosotros y deberá ser el mejor, el más
honesto. Que siga la visión política-estratégica del
señor presidente de la República ejerciendo el mando
superior, respondiendo así a la confianza de depositar
en nuestras manos la responsabilidad de dirigir este
equipo de trabajo”.
Durante su oratoria, el alto jerarca
militar confió en que asumía su responsabilidad con
compromiso, confianza y abierto al diálogo. “Comienzo
esta etapa con el convencimiento del éxito depositado en
el recurso más preciado que contamos: nuestra gente.
Partiendo del concepto de que las Fuerzas Armadas deben
satisfacer las necesidades y expectativas de la sociedad
que las sustenta, debe considerarse un cambio
organizacional. Este se define como la capacidad de
adaptación a las diferentes transformaciones que ha
sufrido el ambiente estratégico en el que se desempeña.
Deben experimentar, por tanto, el conjunto de
variaciones de orden estructural que se traducirán en un
nuevo comportamiento institucional que nuestro pueblo y
sus legítimos representantes exige, quiere y espera”.