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17 de diciembre, 2010

Conciencia de límites

Mujica abogó por un estado fuerte y por una equidad que no aborte el desarrollo
Tras destacar la necesidad de un “estado escudo” que “defienda el interés más general de la nación con todas sus contradicciones internas”, Mujica afirmó que no se trata de prescindir del mercado, sino que “la vida de las sociedades implica mercado y mucho más”. Dijo que ese Estado fuerte no puede conformarse con el simple crecimiento del PBI, sino que debe preocuparse del reparto y la equidad pero dentro de los límites que no hagan abortar el desarrollo.

El Presidente de la República, José Mujica, en su audición en AM 24, afirmó que “la tan vapuleada Administración Pública”, tiene muchísima gente capaz, formidablemente inteligente que puede aportar decisivamente. “Solo que hay un inconveniente: muy frecuentemente la gente que más puede aportar por el grado de sabiduría que encierra suele no tener cabida porque esa gente no son profesionales del reclamo. No hacen ninguna carrera de los honores con lo reclamos y, sin embargo, en cuanto se rasca en cualquier oficina importante del Estado uno se encuentra que hay muchísima gente, casi anónimas, que son el depósito mudo del saber dentro del Estado”.

El Presidente destacó el concepto de los límites como un elemento permanente en la vida, tanto de la naturaleza que nos rodea, como de las cosas que tienen relación con el propio ser humano. “Hay un tema permanente: la vida tiene límites, todos tenemos límites. El agua es imprescindible para poder vivir, tal vez la cosa más fundamental, pero mucha agua nos puede ahogar”, y agregó: “si miramos todas las leyes elementales de la naturaleza lo que más aparece por todas partes es el concepto de que todo tiene límites”.

En ese sentido, el mandatario señaló que “nuestro Estado no puede escapar, precisamente, a los límites de nuestro tiempo, de nuestra época, de nuestras correlaciones de fuerza, de nuestro engranaje productivo, de las posibilidades de nuestra sociedad y de nuestro medio ambiente, y fundamentalmente de los acicates pero también de los frenos que nos impone todo nuestro tiempo”.

Mujica dijo que con esa visión se tiene que recordar que el Estado –algo muy sabido y muy en forma casi permanentemente- como institución firme y definida apareció en la historia de la vida del hombre, allí donde la estructura económica fue definiendo clases sociales distintas, bien diferenciadas.

Tras sostener que la aparición del Estado por todas partes “impuso cierto margen de dominación imperativa”, recordó que “el primer ejército profesional que podemos constatar en Occidente apareció allí en la media luna de las tierras fértiles, en la Mesopotamia, y su función era precisamente cobrar impuestos a los campesinos porque así lo imponía la aparición del Estado”.

Mujica sostuvo que en los tiempos contemporáneos, donde las sociedades son mucho más complejas, al Estado se le fue asignando una serie de reglas y principios generales procurando “en todo lo posible llevar adelante un conjunto de funciones que parecen imprescindibles para asegurar la vida de relación lo menos conflictivamente posible” en las sociedades.

Dijo que es necesario prestar atención a un mundo que es cada más globalizado, estrecho, interconectado e interdependiente, con muchos centros y periferias. Subrayó que los lazos de conexión resultan infinitos y como consecuencia las formas de producir y de distribuir tradicionales cambiaron. Expresó que las empresas transnacionales condicionan una parte importante del intercambio comercial del mundo e indican los nuevos reglamentos “a los cuales no tenemos otra alternativa que ajustarnos”.

Agregó que hoy “más que nunca, más que siempre y más que antes las pequeñas naciones precisan estados escudos, precisan estados que sirvan para defenderlas, para amparar el interés general porque eso es defender: no se trata de defender el interés de unos, se trata de defender el interés más general de la nación con todas sus contradicciones internas”.

El jefe de Estado enfatizó que no tienen cabida en el mundo actual los estados anacrónicos que sean frenos para el desarrollo. Subrayó que defender la idea de un “Estado fuerte” no equivale a “Estado interventor”, ni un “Estado abusador” o “prepotente” y “pisoteador”. El Presidente afirmó que se trata de tener un Estado que no está ausente, “que no cree en la tontería utópica de que el mercado por sí mismo lo va a arreglar todo”.

Dijo que no se trata de que el Estado tenga que prescindir del mercado, sino que la vida de las sociedades implica mercado y mucho más. Precisó que es necesario contar con un Estado que encause y empuje hacia el desarrollo, junto al crecimiento de la economía.

Afirmó que en las condiciones actuales el Estado no se puede conformar con el simple crecimiento y con un aumento del Producto Bruto Interno (PBI). De esta forma, manifestó que le preocupa el reparto y la equidad, acciones que deberán realizarse con una “nítida conciencia dentro de los límites que no cometan  el error de hacer abortar el desarrollo”.

Para Mujica, la justicia social es uno de los puntos más delicados de cualquier conciencia. Precisó que “si pretendemos ser súper justos hoy no deberíamos de cometer la tontería de castrar, pagar el precio de castrar la generación de riqueza mañana. Porque al final en lugar de ser justos vamos a ser injustos y con todos, como ha pasado en muchísimas partes de la tierra, con la mejor intención. Y otra vez aquí tenemos la idea de límite”. 

Tras señalar que el Estado no es un fin en sí mismo sino apenas una herramienta imprescindible, el Presidente reiteró que “debemos luchar todos para que cada día sea mejor y desde dentro y fuera asumir la responsabilidad de la calidad y la resistencia de eso que llamamos Estado escudo”.

Mujica señaló que el deber imperativo es discutir con todos las reformas necesarias, las cuales son parte de un proceso continuo. Agregó que para continuar con las reformas es necesaria una buena dosis de buena fe, compromiso, pero también mucha información y trabajo.

   
 
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