Conciencia de límites
Mujica abogó por un estado fuerte y por una equidad que
no aborte el desarrollo
Tras destacar la necesidad de un
“estado escudo” que “defienda el interés más general de la
nación con todas sus contradicciones internas”, Mujica
afirmó que no se trata de prescindir del mercado, sino que
“la vida de las sociedades implica mercado y mucho más”.
Dijo que ese Estado fuerte no puede conformarse con el
simple crecimiento del PBI, sino que debe preocuparse del
reparto y la equidad pero dentro de los límites que no
hagan abortar el desarrollo.
El Presidente de la República, José
Mujica, en su audición en AM 24, afirmó que “la tan
vapuleada Administración Pública”, tiene muchísima gente
capaz, formidablemente inteligente que puede aportar
decisivamente. “Solo que hay un inconveniente: muy
frecuentemente la gente que más puede aportar por el grado
de sabiduría que encierra suele no tener cabida porque esa
gente no son profesionales del reclamo. No hacen ninguna
carrera de los honores con lo reclamos y, sin embargo, en
cuanto se rasca en cualquier oficina importante del Estado
uno se encuentra que hay muchísima gente, casi anónimas,
que son el depósito mudo del saber dentro del Estado”.
El Presidente destacó el concepto de los
límites como un elemento permanente en la vida, tanto de la
naturaleza que nos rodea, como de las cosas que tienen
relación con el propio ser humano. “Hay un tema permanente:
la vida tiene límites, todos tenemos límites. El agua es
imprescindible para poder vivir, tal vez la cosa más
fundamental, pero mucha agua nos puede ahogar”, y agregó:
“si miramos todas las leyes elementales de la naturaleza lo
que más aparece por todas partes es el concepto de que todo
tiene límites”.
En ese sentido, el mandatario señaló que
“nuestro Estado no puede escapar, precisamente, a los
límites de nuestro tiempo, de nuestra época, de nuestras
correlaciones de fuerza, de nuestro engranaje productivo,
de las posibilidades de nuestra sociedad y de nuestro medio
ambiente, y fundamentalmente de los acicates pero también
de los frenos que nos impone todo nuestro tiempo”.
Mujica dijo que con esa visión se tiene
que recordar que el Estado –algo muy sabido y muy en forma
casi permanentemente- como institución firme y definida
apareció en la historia de la vida del hombre, allí donde
la estructura económica fue definiendo clases sociales
distintas, bien diferenciadas.
Tras sostener que la aparición del
Estado por todas partes “impuso cierto margen de dominación
imperativa”, recordó que “el primer ejército profesional
que podemos constatar en Occidente apareció allí en la
media luna de las tierras fértiles, en la Mesopotamia, y su
función era precisamente cobrar impuestos a los campesinos
porque así lo imponía la aparición del Estado”.
Mujica sostuvo que en los tiempos
contemporáneos, donde las sociedades son mucho más
complejas, al Estado se le fue asignando una serie de
reglas y principios generales procurando “en todo lo
posible llevar adelante un conjunto de funciones que
parecen imprescindibles para asegurar la vida de relación
lo menos conflictivamente posible” en las sociedades.
Dijo que es necesario prestar atención a
un mundo que es cada más globalizado, estrecho,
interconectado e interdependiente, con muchos centros y
periferias. Subrayó que los lazos de conexión resultan
infinitos y como consecuencia las formas de producir y de
distribuir tradicionales cambiaron. Expresó que las
empresas transnacionales condicionan una parte importante
del intercambio comercial del mundo e indican los nuevos
reglamentos “a los cuales no tenemos otra alternativa que
ajustarnos”.
Agregó que hoy “más que nunca, más que
siempre y más que antes las pequeñas naciones precisan
estados escudos, precisan estados que sirvan para
defenderlas, para amparar el interés general porque eso es
defender: no se trata de defender el interés de unos, se
trata de defender el interés más general de la nación con
todas sus contradicciones internas”.
El jefe de Estado enfatizó que no tienen
cabida en el mundo actual los estados anacrónicos que sean
frenos para el desarrollo. Subrayó que defender la idea de
un “Estado fuerte” no equivale a “Estado interventor”, ni
un “Estado abusador” o “prepotente” y “pisoteador”. El
Presidente afirmó que se trata de tener un Estado que no
está ausente, “que no cree en la tontería utópica de que el
mercado por sí mismo lo va a arreglar todo”.
Dijo que no se trata de que el Estado
tenga que prescindir del mercado, sino que la vida de las
sociedades implica mercado y mucho más. Precisó que es
necesario contar con un Estado que encause y empuje hacia
el desarrollo, junto al crecimiento de la economía.
Afirmó que en las condiciones actuales
el Estado no se puede conformar con el simple crecimiento y
con un aumento del Producto Bruto Interno (PBI). De esta
forma, manifestó que le preocupa el reparto y la equidad,
acciones que deberán realizarse con una “nítida conciencia
dentro de los límites que no cometan el error de hacer
abortar el desarrollo”.
Para Mujica, la justicia social es uno
de los puntos más delicados de cualquier conciencia.
Precisó que “si pretendemos ser súper justos hoy no
deberíamos de cometer la tontería de castrar, pagar el
precio de castrar la generación de riqueza mañana. Porque
al final en lugar de ser justos vamos a ser injustos y con
todos, como ha pasado en muchísimas partes de la tierra,
con la mejor intención. Y otra vez aquí tenemos la idea de
límite”.
Tras señalar que el Estado no es un fin
en sí mismo sino apenas una herramienta imprescindible, el
Presidente reiteró que “debemos luchar todos para que cada
día sea mejor y desde dentro y fuera asumir la
responsabilidad de la calidad y la resistencia de eso que
llamamos Estado escudo”.
Mujica señaló que el deber imperativo es
discutir con todos las reformas necesarias, las cuales son
parte de un proceso continuo. Agregó que para continuar con
las reformas es necesaria una buena dosis de buena fe,
compromiso, pero también mucha información y trabajo. |