José Mujica
"Lo definió la vida: el verdadero símbolo de la unidad
nacional es la Celeste"
El Presidente Mujica agradeció por su
esfuerzo al campeón de Maracaná Alcides Edgardo Ghiggia y,
en ese gesto, a todos los atletas que defendieron a la
camiseta celeste, símbolo de Uruguay en el mundo. Este año
se conmemora el estreno de ese color en una casaca de
fútbol para representar al país, hace ya 100 años.
Presidencia homenajeó a todos los deportistas, presentes
como póstumos, en una ceremonia muy emotiva.
Para el Presidente José Mujica no hay
dudas: la camiseta celeste es el verdadero símbolo de la
unidad nacional. Presidencia de la República convocó a
todos los deportistas que vistieron este color en una gala
donde participaron varias figuras deportivas que
prestigiaron el nombre Uruguay en las diversas disciplinas
donde participaron. Los ex presidentes Julio María
Sanguinetti y Luis Alberto Lacalle también acompañaron la
gala, entregando menciones a los deportistas.
Por ejemplo, el actual senador por el
partido Nacional y ex presidente entre los años 1990-1995,
Luis Alberto Lacalle, entregó una mención al velocista
Andrés Silva, varias veces premiado en atletismo, quien
ocupa el lugar nº 30 en el ranking mundial.
Julio María Sanguinetti, presidente en
dos períodos (1985 -1990 y 1995-2000), felicitó a los
basquetbolistas que obtuvieron dos veces la medalla de
bronce en Helsinki 1952 y Melbourne 1956, en especial a
Enrique Baliño, Wilfredo Peláez, Carlos Blixen y Carlos
Luzardo, sobrevivientes de aquella enorme epopeya. Sólo los
Estados Unidos y la URSS superaban al básket uruguayo.
Otra figura destacadísima que recibió un
galardón, de manos del senador Eleuterio Fernández Huidobro,
fue Dogomar Martínez, que en 1948 combatió frente al
campeón de peso mediano Archie Moore en Buenos Aires. No le
arrancó la faja de campeón, pero sí le arrancó al locutor
de radio una sentencia firme: "¡valiente el uruguayo!". El
también boxeador peso gallo Washington Rodríguez obtuvo la
medalla de bronce y por eso, en esta gala fue reconocido
por el subsecretario de Defensa, Gabriel Castellá y por el
prosecretario de la Presidencia Diego Cánepa.
Le tocó al secretario de la Presidencia
de la República, Alberto Breccia, confundirse en un abrazo
con el técnico de la selección uruguaya de fútbol, Óscar
Washington Tabárez. Con su conducción los uruguayos
alcanzamos el cuarto lugar en el último mundial de fútbol,
disputado este año en Sudáfrica, logro que no se había
alcanzado desde hace ya cuarenta años. También fueron
homenajeados los delanteros Diego Forlán y Sebastián Abreu,
integrantes de ese plantel.
El automovilista Gustavo Trelles fue
tetracampeón mundial de rally en la exigente categoría N y
recibió el aplauso del ministro de Economía Fernando
Lorenzo. El vicepresidente Astori entregó un premio a
Rodolfo Rodríguez, el arquero de fútbol que más veces
vistió la camiseta celeste, con 79 presentaciones
internacionales oficiales. El ministro del Interior Eduardo
Bonomi entregó el premio a Enzo Francescoli, en manos de su
hermano Pablo.
El presidente del Consejo Olímpico
Uruguayo abrazó efusivamente al ciclista Milton Wynants, el
sanducero que alcanzó la medalla de plata en los juegos
olímpicos de Sydney en 2000, un desempeño catalogado como
heroico. En un deporte considerado menor, como la pelota
vasca, los uruguayos Bernal e Iroldi reinaron durante cinco
mundiales consecutivos, en la década del ’60.
Pero además de estos premios altamente
merecidos, se destacan algunas historias que enaltecen a
sus protagonistas. En la década del ’40, Juan Jacinto López
Testa igualó el record olímpico de Jessie Owens de 10
segundos y dos décimas pero, en un discutido fallo, el
jurado invalidó el tiempo porque corría "una leve brisa" a
su favor. Esa final sudamericana se volvió a correr y la
ganó López Testa, nuevamente, con un tiempo de 10 segundos
y tres décimas.
O las historias del ciclista Atilio
Francoise, que ganó una vuelta ciclista con su bicicleta al
hombro, o un sudamericano pedaleando únicamente con su
llanta desde avenida Italia y Cooper hasta el centro de la
ciudad. También fue subcampeón en persecución individual en
1947. O la vida de la promesa Floreal García, quien luego
de obtener la medalla de oro en el panamericano de 1963,
decidió dedicar su vida a las luchas sociales y murió en
circunstancias aún no aclaradas. Es uno de "los muertos de
Soca", junto a Yolanda, su mujer. El recuerdo lo recibió su
hijo Amaral, de manos del ministro de Educación Ricardo
Ehrlich.
Los remeros Juan Antonio Rodríguez y
José Lacarte Muró, por ejemplo, concurrieron a la olimpíada
de 1952 sin bote, pero volvieron al país con la medalla de
bronce. El aplauso más sentido de la noche se lo llevó el
atleta y sicólogo ciego Jorge Llerena, quien junto al
atleta lazarillo Fabián Berrueta destacaron en el
paralímpico de Atlanta, con la obtención de la medalla de
bronce.
También se rindieron homenajes a los
imbatibles capitanes celestes José Nasazzi y Obdulio
Jacinto Varela, ambos invictos en el mundial de fútbol.
En 1910, debido a la solicitud argentina
ante la incipiente Asociación Uruguaya de Fútbol para el
cambio de la camiseta, la dirigencia del club Wanderers
propone que el próximo encuentro de la copa Lipton contra
Argentina se juegue con una casaca color celeste, en honor
a la destacada victoria del River Plate montevideano ante
el poderoso Albion porteño. Ese partido terminó con la
hegemonía de aquel país frente a Uruguay y consolidó la
decisión: desde hace cien años el deporte y la ciudadanía
tomaron a la celeste como el color que nos identifica,
hasta el día de hoy. |