Sistema de Emergencia evalúa actuación y daños en
temporales
Gustavo Leal: “El costo de las turbonadas superó los
dos millones dólares”
"Las siete turbonadas ocurridas en los
primeros 20 día de enero le costaron al país 2.125.000
dólares", comentó hoy el coordinador general del Sistema
Nacional de Emergencias (SINAE), Gustavo Leal. Ese fue el
monto que se utilizó para solventar la reconstrucción de
las viviendas y edificios públicos, la restauración del
equipamiento urbano, y reestablecer los servicios afectados
por los temporales de viento, lluvia y granizo que se
desataron durante enero sobre siete departamentos del
interior del país: Soriano, Río Negro, Durazno, Treinta y
Tres, Cerro Largo, Rocha y Lavalleja.
El miércoles 2 de febrero Leal visitará
Soriano y Río Negro por tercera vez para supervisar las
tareas de reconstrucción, en compañía de la ministra de
Desarrollo Social, Ana Vignoli, y del prosecretario de la
Presidencia, Diego Cánepa. La semana anterior ya había
recorrido los otros cinco departamentos afectados.
Las viviendas cuya reconstrucción será
asumida por el gobierno nacional y las intendencias locales
suman alrededor de 340, y se localizan en Treinta y Tres,
Cerro Largo, Río Negro y Soriano. Casi la mitad (145) están
ubicadas en este último departamento.
El gobierno nacional se hará cargo del
70 por ciento de los 60.000 dólares necesarios para las
obras en viviendas en Soriano, y de un porcentaje similar
de los 25.000 dólares que se gastarán con ese mismo fin en
Río Negro.
También asumirá la totalidad del costo
de los trabajos en los hospitales de Mercedes y Fray
Bentos, que suman 1.086.300 dólares.
El primero de ellos resultó
particularmente dañado por la turbonada del domingo 16 de
enero. Tras una recorrida por el establecimiento, el
viernes 21, la División de Arquitectura de ASSE elevó un
detallado informe en el que calcula en 19.726.000 pesos
(986.300 dólares) la suma necesaria para su reconstrucción.
Las estimaciones de gastos a realizar en
el hospital de Fray Bentos ascienden a su vez a 2 millones
de pesos (unos 100 mil dólares).
Por su lado, UTE calculó los trabajos a
realizar en los siete departamentos afectados en alrededor
de 10 millones de pesos (500.000 dólares).
“Esta temporada pasó de todo,
desmintiendo aquello de que en el Uruguay no tenemos
eventos climáticos graves, serios, de que aquí no pasa
nada. Además de las turbonadas, hubo incendios forestales y
faltó el agua en numerosos departamentos. Algunos
acumularon eventos de los tres tipos, como Cerro Largo”,
dijo Leal.
En espacio de un mes no hubo Comité
Departamental de Emergencias, el organismo de
representación local del sistema en el interior del país,
que no fuera activado. “Todos respondieron con eficacia”.
Salvo en el caso de la falta de agua para consumo humano en
localidades rurales aisladas de Cerro Largo, ocasión en que
la Intendencia departamental no dio abasto para satisfacer
la demanda con sus propias capacidades, la estructura
nacional del SINAE no debió ser movilizada. Bastó con las
representaciones locales. “Esa fue una buena cosa”,
destacó Leal.
Al coordinador general del SINAE, el
primer civil que asume esta función, le preocupa de todas
maneras la magnitud del camino a recorrer para que en
Uruguay se interiorice realmente una cultura de la gestión
del riesgo. “La propia gente no dio importancia a los
alertas lanzados por la Dirección Nacional de Meteorología
antes de los temporales del 9 y el 16 de enero. Podría
haber habido tragedias, desastres mayúsculos. En Soriano
había 8.000 personas en el agua en el momento de los
vientos más fuertes, y en el balneario Las Cañas eran
10.000 los que se estaban bañando”.
Algo se avanzó, pese a todo, desde los
terribles temporales de 2005, que causaron una decena de
muertes. “Empezó a haber una cierta conciencia de la
vulnerabilidad del país a estos eventos, de la realidad del
cambio climático, que provoca por estas latitudes sequías,
inundaciones, turbonadas con más frecuencia e intensidad
que antes, pero hay que insistir en la tarea de prevención,
en la preparación a todo nivel para paliar estos eventos y
corregir lo que se pueda corregir”, apuntó.
La propia reestructura del Sistema
Nacional de Emergencias, que desde la aprobación de la ley
18.621, a fines de 2009, pasó a asumir funciones de
prevención y rehabilitación, además de las tradicionales de
respuesta a la catástrofe, ha aportado al “necesario
cambio de cultura en este plano”, observa Leal.
“Hoy hay una presencia institucional en
esta materia, y eso ha sido percibido por las autoridades
locales y por la propia población”,
señala. Cuando la turbonada en Soriano, el domingo 16, el
intendente blanco Guillermo Besozzi manifestó su sorpresa y
satisfacción ante la actitud del SINAE. “Leal estaba
aquí desde la madrugada siguiente. Nunca había pasado algo
así”, declaró entonces el intendente a Montevideo
Portal.
La “nueva mentalidad” que Leal
reivindica para el servicio que coordina, dependiente de la
Presidencia de la República a través del prosecretario
Diego Cánepa, se manifestó también en una nueva modalidad
de intervención en la asistencia a la población afectada
por desastres. “Se convino con esos vecinos contratos de
inclusión por los cuales se comprometen, a cambio de la
canasta de materiales que reciben para la reconstrucción de
sus casas, a diversas contraprestaciones (asistencia
obligatoria de los niños a los centros educativos,
controles sanitarios regulares, entre otros), bajo control
de los servicios del Ministerio de Desarrollo Social”,
apunta el coordinador del SINAE.
“Es un ejemplo de involucramiento del
SINAE en la implementación de una política de más largo
aliento, que trasciende la mera respuesta ante la urgencia”,
dice.
Leal busca promover “intervenciones
integrales” desde el Estado, en dirección de la
población y sobre el territorio. “De nada sirve, para
poner un caso, reconstruir una vivienda en una zona
inundable. Al año siguiente, o a los pocos meses, se
presentará el mismo problema. Un ordenamiento territorial
adecuado lo evitaría. El gobierno actual marcha en ese
camino, y los legisladores de todos los partidos que
votaron en 2009 la ley que creó el SINAE de hecho también
lo están”.
El texto de la ley 18.621 introduce la
dimensión de la planificación territorial en el marco de
una “gestión integral para la reducción de los riesgos”.
Políticas de ese cuño inspiraron, por
ejemplo, años atrás, el traslado, en el marco del programa
MEVIR, de parte de la población de la localidad de
Caraguatá, en el interior profundo de Tacuarembó, uno de
los caseríos afectados por los fenómenos climáticos
extremos de este verano.
Los caraguatenses que en su momento
optaron por desplazarse cambiaron sus ranchos de adobe y
chapa, sin servicios públicos, aislados en el medio de la
nada, por viviendas dignas ubicadas en complejos
habitacionales cercanos a una ruta, conectados a las redes
de luz, agua y saneamiento.
Quienes, en cambio, permanecieron en el
poblado, unas diez familias, forman hoy parte del núcleo
duro de alrededor de 4.000 personas que año a año, verano a
verano, ven cómo los pozos de los que se surten se secan
por la falta de lluvias. Este verano no fue la excepción, y
Caraguatá fue una de las pequeñas poblaciones rurales que
padecieron los problemas más agudos de carencia de agua
para consumo humano.
Para abastecer a los habitantes de esos
caseríos y villorrios, integrantes de un grupo mayor de
8.000 familias (entre 20.000 y 24.000 personas) aún no
conectadas a los servicios públicos de agua potable, es que
OSE está llevando a cabo de todos modos un plan sumamente
costoso (ronda los 20 millones de dólares) que concluiría
al término del actual período de gobierno.
“Un buen encare de la emergencia
implica, por supuesto, socorrer a quien sea que esté
confrontado a una situación extrema, así se trate de una
sola persona”, pero también
actuar para evitar, en la medida de lo posible, que la
emergencia se reproduzca a futuro, piensa Leal.
También en lo relativo a los incendios
forestales el SINAE ha procurado un cambio de registro, en
acuerdo, en este caso, con la Dirección Nacional de
Bomberos.
La realización de una muy intensa
campaña de sensibilización destinada a la prevención, el
mayor celo puesto en la persecución a los causantes de los
incendios (21 personas fueron detenidas entre el 1 de
diciembre de 2010 y el 20 de enero por esa causa, casi un
récord), el aumento de las multas a los propietarios
negligentes de áreas forestadas, la renovación del
equipamiento gracias a un fondo especial de 1,5 millones de
dólares fueron algunos de esos nuevos lineamientos. Otro:
la definición de una estrategia de saturación para generar
una presencia más notoria de los Bomberos sobre el terreno,
fundamentalmente a lo largo de la costa y a partir de la
creación de una brigada de Bomberos Comunitarios novedosa
en Uruguay.
Otro de los aspectos en que se pondrá el
acento en los próximos años será la creación de un sistema
de información geográfico para el manejo de los riesgos de
emergencia.
“En definitiva de
lo que se trata es de operar globalmente, obviamente
durante la emergencia, pero también antes y después, y a
eso estaremos abocados en los próximos años”,
concluyó Leal. |