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16 de febrero, 2011

Consenso internacional

JND y especialistas extranjeros subrayaron política de reducción de daños en drogas
En el marco del debate mundial sobre políticas de drogas, la Junta Nacional de Drogas organizó un debate informal sobre la temática en la Torre Ejecutiva. Junto a especialistas internacionales, el Secretario de la JND, Milton Romani, acompañó la propuesta de los panelistas a favor de un debate abierto y democrático sobre drogas, que acompase las políticas de fiscalización del delito con los Derechos Humanos.

El mundo recoge con mayor amplitud la lógica de reducción de daños en drogas, con mayor foco en aquellas sustancias más dañinas a la salud y con un diseño de políticas sociales y sanitarias que acompañan las políticas de drogas. También se subrayó el fracaso de la "war drugs" (guerra contra las drogas"), por ser generador de violencia, crimen, ilegalidad y absurdos.

Sobre este último punto, Romani enfatizó que nuestro país acompañará la propuesta de Bolivia, que pretende eliminar una disposición de la Convención Única de Estupefacientes, que prevé la eliminación del consumo tradicional de la hoja de coca. "Pretender que la práctica del masticado de la hoja es igual al consumo ilícito viene con el olor de joder a Bolivia, con otros motivos", subrayó.

Estos aspectos y otros fueron comentados por los tres panelistas de la conferencia "Políticas de drogas, Debate Mundial", realizada junto al coordinador del Programa Drogas y Democracia del Transnational Institute, Martín Jelsma, la asesora principal al programa del Washington Office on Latin América (WOLA) sobre políticas de drogas, Coletta Youngers y el investigador brasileño, Pedro Viera Abramovay, además del secretario general de la Junta Nacional de Drogas, Milton Romani.

Jelsma formuló un recorrido histórico de las disposiciones internacionales a lo largo del siglo XX. Desde el primer tratado de control del comercio de opio, en 1912, hasta los recientes planes denominados como "war drugs", implementados y promovidos en el ámbito internacional por los Estados Unidos. El especialista de origen holandés encuentra grietas en la opinión hegemónica y considera que estamos en un buen momento para promover los cambios hacia un sistema de control apto, humano y coherente con los Derechos Humanos.

Pedro Viera Abramovay afirmó que la "war drugs" es ineficaz. Rememoró que en 1988 los promotores de la idea auguraban un mundo sin drogas en diez años, objetivo que fracasó con estrépito. Sin embargo, estos mismos promotores no permiten que el debate se abra, lo cual convierte a los temas de políticas en drogas como un ítem de mayor democracia. Propuso abrir el bloqueo al debate y afianzar la política de reducción de daños, incluso de los daños propios de la normativa prohibicionista.

Recordó que el ingreso de militares a las favelas de Rio de Janeiro se realizó luego de años de políticas sociales y de infraestructura en esos barrios. Con la intervención, dijo, se quebró la hegemonía militar de los grupos ilegales. En otro orden, propuso distinguir el combate penal del tráfico y además, pidió que no se confundan las políticas penales con las políticas de transformación social.

Por su parte, Coletta Youngers citó algunos ejemplos del viraje de la política de drogas del gobierno norteamericano. Si bien identificó avances, indicó que dos tercios de los recursos estatales en la materia se destinan a la represión nacional e internacional, con los resultados conocidos: mayor violencia, mayor criminalización y expansión de los programas de radicación forzosa de efectivos militares. Señaló un dato: según cifras oficiales que sirven como sustento a las políticas de "war drugs", la cantidad de producto generado es inferior a la cantidad de producto requisado.

Propuso una mayor proporcionalidad entre el crimen cometido y su penalización, penas alternativas apoyadas con reinserción social, disminuir las políticas de radicación forzosa y apoyar la venta de hojas de coca en el mercado de productos naturales.

   
 
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