Repensar la historia
Un Bicentenario donde todas las formas de sentirse
uruguayo estén presentes
La directora del Museo Histórico
Nacional dijo que esta conmemoración es una oportunidad
para recuperar nuevas miradas y proporcionar elementos
para una identidad cambiante, donde todas las formas de
sentirse uruguayo estén presentes. El Bicentenario es la
oportunidad de reflexionar sobre doscientos años de
nuestra historia. No quiere decir tener una sola opinión
sobre la historia, ni tener una sola interpretación,
sino al revés, sostuvo Ariadna Islas.
En el marco
de las conmemoraciones del Bicentenario de la Gesta
Emancipadora de 1811, la directora del Museo Histórico
Nacional, Ariadna Islas, estimó que el espíritu de la
conmemoración llama a pensar en la historia del país en
estos doscientos años. Reflexionar sobre los distintos
grupos sociales que componen la sociedad uruguaya y sus
formas de participación, la conformación de una
identidad política, sobre los factores de identidad y de
comunidad y las formas de relación de los uruguayos
entre sí.
Islas
expresó que el proceso de emancipación de nuestro
país se planteó en el conjunto de la región y, como
producto del mismo, se formaron varias repúblicas
independientes.
Recordó
que hubo distintas alianzas entre las llamadas
provincias, que funcionaban como repúblicas, mucho antes
de que se formara, por ejemplo, la República Argentina.
Explicó
que el mapa político de la región -en ese momento y a lo
largo de un proceso muy largo que comprende varias
décadas en la primera mitad del siglo XIX- era distinto.
No existían los Estados como los conocemos ahora, sino
que ellos fueron fruto de un proceso histórico que
comenzó en el bienio de 1808 a 1810 en el conjunto de
América.
En
opinión de la historiadora Islas se conmemora un
determinado proceso: el que se operó en 1811. Ello está
marcado por distintos ciclos: uno, el Grito de Asencio y
la toma de Mercedes y Santo Domingo de Soriano. Otro
núcleo, la Batalla de Las Piedras y el sitio de
Montevideo. Y otro núcleo muy importante fue el que se
llamó “el primer ejercicio de la soberanía”, donde en
las asambleas orientales, los orientales eligieron como
conductor a José Artigas. También el Éxodo del Pueblo
Oriental, denominación historiográfica, llamada entonces
“la Redota” o “la Inmigración”. Ese Éxodo, frente al
avance del ejército portugués, en guerra con el gobierno
de Buenos Aires, y la amenaza del gobierno de
Montevideo, fue una opción para conservar vidas, algunos
bienes y evitar el peor momento de la represión o evitar
encontrarse con un ejército de ocupación. El temor
estuvo presente en esa inmigración y ésta generó
factores de identidad y factores de comunidad.
En 1812,
cuando los jefes orientales se comunicaron con el
gobierno de Buenos Aires, indicaron que el momento del
Éxodo fue aquel en que el pueblo se vio abandonado a sí
mismo, porque se habían roto los lazos. Primero, con la
monarquía, y después, con el gobierno de Buenos Aires.
Por tanto, el momento del Éxodo se ve como la
conformación de una identidad política. “Eso de decir
que el pueblo oriental se forma por un pacto entre
iguales, es una concepción política y es una identidad
política, antes que todo. Y es muy interesante ver cómo
esa definición política es un componente importante en
la concepción que los uruguayos tienen en su forma de
relacionarse entre sí”, afirmó la historiadora.
El
Bicentenario es la oportunidad de conmemorar un proceso
y reflexionar juntos sobre doscientos años de nuestra
historia, lo cual no quiere decir tener una sola
opinión sobre la historia, ni tener una sola
interpretación sobre la historia, sino al revés.
El
momento de la conmemoración tiene que ser un momento
para el análisis, la reflexión y la discusión a
propósito de nuestra historia. “Es una oportunidad para
discutir, para recuperar formas de ver la historia que
no son las tradicionales, para recuperar nuevas miradas
a la historia de nuestro país”, subrayó Islas.
En su
consideración, el espíritu de la conmemoración pasa por
pensar en los distintos grupos sociales que conforman
la sociedad uruguaya y sus formas de participación
política. También por la experiencia de ciertos
sentimientos que permean la historia: el miedo a la
represión, una autoridad sin límites o un gobierno
consensuado, las distintas formas de participación
posibles, la formas de opinión del país y otros pueblos.
Es la
oportunidad de repensar la historia del país en estos
doscientos años; y posiblemente más, porque la historia
del país no se reduce a esos doscientos años, sino que
se prolonga por un período de diez mil años de
historia”, concluyó la historiadora. |