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2 de marzo, 2011

Repensar la historia 

Un Bicentenario donde todas las formas de sentirse uruguayo estén presentes 
La directora del Museo Histórico Nacional dijo que esta conmemoración es una oportunidad para recuperar nuevas miradas y proporcionar elementos para una identidad cambiante, donde todas las formas de sentirse uruguayo estén presentes. El Bicentenario es la oportunidad de reflexionar sobre doscientos años de nuestra historia. No quiere decir tener una sola opinión sobre la historia, ni tener una sola interpretación, sino al revés, sostuvo Ariadna Islas.

En el marco de las conmemoraciones del Bicentenario de la Gesta Emancipadora de 1811, la directora del Museo Histórico Nacional, Ariadna Islas, estimó que el espíritu de la conmemoración llama a pensar en la historia del país en estos doscientos años.   Reflexionar sobre los distintos grupos sociales que componen la sociedad uruguaya y sus formas de participación, la conformación de una identidad política, sobre los factores de identidad y de comunidad y las formas de relación de los uruguayos entre sí.

Islas expresó que el proceso de emancipación de nuestro país se planteó en el conjunto de la región y, como producto del mismo, se formaron  varias repúblicas independientes.

Recordó que hubo distintas alianzas entre las llamadas provincias, que funcionaban como repúblicas, mucho antes de que se formara, por ejemplo, la República Argentina.

Explicó que el mapa político de la región -en ese momento y a lo largo de un proceso muy largo que comprende varias décadas en la primera mitad del siglo XIX- era distinto. No existían los Estados como los conocemos ahora, sino que ellos fueron fruto de un proceso histórico que comenzó en el bienio de 1808 a 1810 en el conjunto de América.

En opinión de la historiadora Islas se conmemora un determinado proceso: el que se operó en 1811. Ello está marcado por distintos ciclos: uno, el Grito de Asencio y la toma de Mercedes y Santo Domingo de Soriano. Otro núcleo, la Batalla de Las Piedras y el sitio de Montevideo. Y otro núcleo muy importante fue el que se llamó “el primer ejercicio de la soberanía”, donde en las asambleas orientales, los orientales eligieron como conductor a José Artigas. También el Éxodo del Pueblo Oriental, denominación historiográfica, llamada entonces “la Redota” o “la Inmigración”. Ese Éxodo, frente al avance del ejército portugués, en guerra con el gobierno de Buenos Aires, y la amenaza del gobierno de Montevideo, fue una opción para conservar vidas, algunos bienes y evitar el peor momento de la represión o evitar encontrarse con un ejército de ocupación. El temor estuvo presente en esa inmigración y ésta generó factores de identidad y factores de comunidad.

En 1812, cuando los jefes orientales se comunicaron con el gobierno de Buenos Aires, indicaron que el momento del Éxodo fue aquel en que el pueblo se vio abandonado a sí mismo, porque se habían roto los lazos. Primero, con la monarquía, y después, con el gobierno de Buenos Aires. Por tanto, el momento del Éxodo se ve como la conformación de una identidad política. “Eso de decir que el pueblo oriental se forma por un pacto entre iguales, es una concepción política y es una identidad política, antes que todo. Y es muy interesante ver cómo esa definición política es un componente importante en la concepción que los uruguayos tienen en su forma de relacionarse entre sí”, afirmó la historiadora.

El Bicentenario es la oportunidad de conmemorar un proceso y reflexionar juntos sobre doscientos años de nuestra historia, lo cual  no quiere decir tener una sola opinión sobre la historia, ni tener una sola interpretación sobre la historia, sino al revés.

El momento de la conmemoración tiene que ser un momento para el análisis, la reflexión y la discusión a propósito de nuestra historia. “Es una oportunidad para discutir, para recuperar formas de ver la historia que no son las tradicionales, para recuperar nuevas miradas a la historia de nuestro país”, subrayó Islas.

En su consideración, el espíritu de la conmemoración pasa por  pensar en los distintos grupos sociales que conforman la sociedad uruguaya y sus formas de participación política. También por la experiencia de ciertos sentimientos que permean la historia: el miedo a la represión, una autoridad sin límites o un gobierno consensuado, las distintas formas de participación posibles, la formas de opinión del país y otros pueblos.

Es la oportunidad de repensar la historia del país en estos doscientos años; y posiblemente más, porque la historia del país no se reduce a esos doscientos años, sino que se prolonga  por un período de diez mil años de historia”, concluyó la historiadora.

   
 
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