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21 de marzo, 2011

San Salvador: lugar de interés regional 

Relevamiento arqueológico de enclave geopolítico español del siglo XVI   
Arqueólogos de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación trabajan en un área en la que Gaboto emplazó el fuerte San Salvador en 1529 y Ortiz de Zárate la ciudad Zaratina en 1574, a dos kilómetros y medio de la desembocadura en el río Uruguay. Allí, fueron identificados sitios arqueológicos donde se hallaron artefactos navales de época y del siglo XVIII, además de enterramientos prehispánicos que configuran la riqueza histórica del lugar.     

En el marco del proyecto “Paisaje Cultural Proyecto San Salvador” de la Intendencia de Soriano, se realizó una presentación oficial a la prensa de las tareas arqueológicas que un equipo de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación viene desarrollando en  área ubicada sobre el río San Salvador, a dos kilómetros y medio de su desembocadura en el río Uruguay.   

Los periodistas de medios locales, nacionales e internacionales se trasladaron por el San Salvador, desde la ciudad de Dolores hacia el área, en un trayecto que insumió poco más de veinte minutos. El espeso monte de galería de sus márgenes y la variedad de aves que en él encuentran refugio, quizás fuera semejante al contemplado por los integrantes de la expedición de Sebastián Gaboto que surcaron esas aguas para establecer, en 1527, el que presumiblemente sería un primer asentamiento español en el Río de la Plata. 

En enero pasado, los buzos deportivos locales José Luis Gómez y Alfonso Quian encontraron, a una profundidad de seis metros, estructuras náuticas correspondientes a un montículo de lastre y debajo del cual yacen vestigios de un barco de la primera parte del siglo XVI. Aunque trascendió además, que en otros sectores del río también los hay de embarcaciones pertenecientes al siglo XVIII. 

Entre los artefactos hallados se encuentran cerámica, piezas de artillería, cabos y calabrotes de cáñamo, clavos de hierro y herramientas que servían para trabajar la superficie de las embarcaciones de la época. Estos, lucen en muy buen estado de conservación, lo que se explica por los bajos niveles de cloro del río San Salvador.  

El arqueólogo Alejo Cordero, de la Comisión del Patrimonio, afirmó que la cerámica identificada dentro del barco permitirá un fechado absoluto. Esto sería posible a través de una técnica denominada termoluminiscencia (TLD), que se realizaría por primera vez en nuestro país, con la cual se obtendrá una fecha más precisa utilizando la pasta cerámica. 

El experto explicó que en la desembocadura del río Uruguay se produce una gran playa donde confluyen los ríos San Salvador,  Negro y la falsa boca de este último, que en antiguos documentos recoge la denominación indígena de “Hum”. Se trata de un espacio de maniobra marítima que no existe desde Colonia, aguas arriba por el Uruguay. La relevancia de este punto estratégico es que se encuentra frente a la vía de penetración continental por el delta del Paraná, que fue surcado en el siglo XVI en busca de una vía de acceso a los metales preciosos del altiplano. 

Reutilización del territorio

En tierra, se identificó también la existencia de un sitio arqueológico prehispánico, altamente denso en materiales, que presenta una serie de ocupaciones indígenas. Un sitio ceramista correspondiente al lapso comprendido entre los años 1.000 y el 1.400 de nuestra era, con tres fases culturales diferenciadas.  

La primera corresponde a una serie de cerámicas tecnológicamente no muy elaboradas. Otra, a diferencia de la anterior, tecnológicamente muy trabajada, con decoraciones geométricas, tratamiento de la superficie y con representaciones zoomorfas.

 Además, se recuperaron vestigios de cerámica polícroma (colores blanco y rojo) pertenecientes a una tercera fase que coincide con la penetración guaraní en el 1.400 de nuestra era. Aquí los enterramientos primarios se realizaron en urnas en donde se depositaron los esqueletos dispuestos en el terreno en forma de panal, en agrupamientos de quince a veinte individuos. 

 También fue identificado un segundo sitio arqueológico que muestra la evidencia del contacto entre las tradiciones indígenas en cuanto a la construcción de la pasta cerámica, aunque con la utilización del torno, de tecnología europea.         

Durante el recorrido, los arqueólogos se detuvieron ante dos enterramientos visibles y de características diferentes. Uno a modo de paquete, en donde la disposición del esqueleto aparecía desarmada de forma que los huesos largos estaban  agrupados junto al cráneo.  

El otro, yacía de cúbito dorsal, arrodillado, e incluía un ajar funerario constituido por cuentas de cerámica y una boleadora. Esto nos estaría indicando que el grupo social que sepultó a ese individuo, según se informó, no contaba con una organización social igualitaria. Algo lo hacía diferente al resto de sus congéneres y requería un tratamiento especial. Ambos esqueletos serán enviados próximamente al Museo de Dolores para su investigación en laboratorio. Al mismo tiempo, los expertos coinciden en que es muy posible que en el área pueda haber decenas de enterramientos. 

Cordero, de la Comisión del Patrimonio,  reflexionó que el punto fue elegido por los primeros exploradores quienes tomaron el territorio que utilizaron como un enclave geopolítico. “Tenemos un sitio constituido por un puerto natural, un naufragio del siglo XVI, que lo estamos prospectando, y encontramos otro del siglo XVIII. Es un lugar donde hubo una reutilización del territorio desde los tiempos prehispánicos. Es el topográficamente más alto de la zona y desde donde era posible divisar si un barco navegaba por los ríos Uruguay, San Salvador y Río Negro”.  

Gaboto, quien fue el tercer piloto en importancia de Castilla, después de Américo Vespucio y Juan Díaz de Solís, se estableció aquí entre 1527 y 1529 y su opinión fue influyente para que los reyes de España, además del Caribe, también dirigieran la mirada al sur de América. 

Su asentamiento en la zona se registró ocho años antes de la primera fundación de Buenos Aires y nueve años antes de la de Asunción, ambas por parte de Pedro de Mendoza. Inclusive, se presume que fue anterior al establecimiento del Fuerte Sancti Spiritus, en Santa Fe (Argentina), también erigido por Gaboto el mismo año.  

En 1574 el adelantado Juan Ortiz de Zárate fundó a orillas del río homónimo la ciudad Zaratina de San Salvador. La urbanización retomó la antigua estructura del fuerte de Gaboto, se incorporaron murallas y artillería y  se generó una cintura de chacras y rodeo, según surge de documentos históricos.

En un helicóptero de la Aviación Naval de la Armada Nacional fue posible cotejar desde las alturas la relevancia topográfica del área que aparece arrinconada contra el río por extensos campos cultivados de soja y arroz. Hoy, constituye un espacio muy rico en términos arqueológicos y de extremada relevancia histórica. En el siglo XVI conformó una zona de influencia española junto a Colonia, Buenos Aires y Asunción.

   
 
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