Obligatoria, gratuita y laica
Legado de José Pedro Varela adquiere renovada vigencia
ante nuevos desafíos
El legado que dejó José Pedro Varela,
basado en los principios de democracia, igualdad y
autonomía, tienen plena vigencia en momentos que la
educación enfrenta nuevos desafios, en particular la
mejora de la calidad, la asiduidad y la continuidad
educativa. El objetivo es que todos los uruguayos
accedan a la educación, a lo largo de toda la vida, para
lograr su desarrollo personal y la inserción de nuestro
país en el mundo, señaló el consejero Héctor Florit.
El legado
que dejó José Pedro Varela se conforma a partir de dos
documentos, la Educación del Pueblo, en 1874, y la
Legislación Escolar en 1876, donde desarrolló los
principios rectores que hacen a la democracia, afirmó el
consejero de Educación Inicial y Primaria, Héctor Florit.
Sobre
este valor de la democracia, Varela desarrolló los
principios de un sistema educativo que considera la
obligatoriedad de la enseñanza y la funda en aquella
concepción de que la libertad del hombre no es
ilimitada, y que la libertad propia tiene por límite
insalvable la libertad ajena. Consecuentemente, el padre
o madre que priva a su hijo de la educación, comete un
abuso que el poder público debe reprimir.
El
reformador planteó que el Estado que exige de todos los
ciudadanos la posesión de ciertos conocimientos
necesarios para desempeñar la ciudadanía debe exigir la
educación, y para eso, además, debe ofrecer
gratuitamente los medios para hacerlo.
Este
segundo principio vareliano, la gratuidad, está asociada
al valor fundante de la educación como elemento de
nivelación social y por ello debía ser gratuita para
todos. Varela reivindicaba la escuela gratuita como el
más poderoso instrumento para la práctica de la igualdad
democrática. Es decir que el valor de la democracia y el
valor de la igualdad tenían como condición necesaria una
escuela gratuita para todos los habitantes.
Sin
duda, continuó Florit, el valor de la laicidad está
fuertemente instalado en el pensamiento del sistema
educativo público uruguayo, que surge también del
pensamiento vareliano y que propone una separación de la
religión y la educación pública. El objetivo de la
educación es preparar al niño para ser ciudadano.
El
legado vareliano debe analizarse desde la perspectiva
del protagonismo del pueblo, familias y comunidades. En
momentos como el actual, cuando se lleva adelante una
nueva Ley general de Educación que impulsa la
instalación de los consejos de participación en los
centros educativos, esta propuesta de la ley vigente es
básicamente una continuidad del pensamiento vareliano,
afirmó el jerarca.
La
vinculación directa entre la participación de la gente
en la gestión de la escuela de sus hijos y el grado de
compromiso es evidente, por ello la necesidad de
favorecerla e impulsarla, explicó Florit.
Es
decir que el pensamiento de Varela son las bases
históricas de una concepción autonómica de la educación
respecto al poder central, característica de nuestro
país. Varela planteaba la independencia de la
administración de la educación común del resto de la
administración pública como condición indispensable.
En
resumen, la idea de democracia, de igualdad, de
autonomía son el marco de los principios rectores más
tradicionales de la reforma vareliana, es decir la
obligatoriedad, la gratuidad y la laicidad.
Tanto
los tres principios generales como los tres más
específicos del sistema educativo tienen enorme vigencia
en momentos que la educación enfrenta nuevos desafios,
muy especialmente la mejora de la calidad, de la
asiduidad y la continuidad educativa de los jóvenes,
atento a un requerimiento de que los uruguayos tengan
una educación media completa, a lo largo de toda la
vida, palanca para su desarrollo personal y la inserción
internacional de nuestro país, concluyó Florit. |