Con el director general del MEC
Desvíos en conductas juveniles son responsabilidad
“pura y dura” del mundo adulto
En lo que tiene que ver con los
jóvenes, los medios de comunicación difunden un discurso
que centra en ellos ciertas conductas “desviadas”, de
las cuales los hacen responsables, cuando en realidad
son responsabilidad pura, clara y dura del mundo adulto,
consideró el secretario general del Ministerio de
Educación y Cultura, Pablo Álvarez. La izquierda debe
difundir una visión alternativa, agregó.
En diálogo con la Secretaría de Comunicación de
Presidencia de la República, el jerarca dijo que en la
sociedad uruguaya, como en toda sociedad envejecida,
predomina un discurso penalizador de las conductas
juveniles.
Existe una responsabilidad “pura, clara y dura” del
mundo adulto y de la sociedad en general -que fomenta
patrones de consumo que luego no puede satisfacer- en
ciertas conductas problemáticas achacadas a los jóvenes,
señaló.
La recarga permanente de culpa hacia los jóvenes “ni-ni”
(que ni estudian ni trabajan) es sintomática de cierto
nivel de fracaso del mundo adulto, señalo. Es falsa esa
sentencia de “quien no estudia, roba”, agregó.
A continuación las partes más sustanciales del diálogo.
-
Según su criterio, ¿cuál es el espacio que
tiene la juventud en las agendas públicas de educación y
seguridad en general, y en Uruguay en particular?
Pablo Àlvarez- A nivel internacional se empezó a pensar
en políticas específicas de juventud en los alrededores
de 1985, una fecha simbólica porque fue el primer Año
Internacional de la Juventud. Allí fue cuando de alguna
forma se reconoció a las juventudes como un sector
específico y pasaron a formar parte de los objetivos de
las políticas públicas. En los últimos años, estas
políticas han aparecido vinculadas a temas culturales o
de inserción laboral. Y mucho más recientemente a
vivienda, a salud, a participación ciudadana.
En resumen diría que los cuatro grandes ítem de las
políticas de juventud en la actualidad serían: empleo,
cultura, vivienda y participación.
Hay también temas que la población asimila como “de
juventud”, como el consumo de sustancias prohibidas o
ilegales, pero en realidad la exceden. Al canabís, por
ejemplo, se lo está encarando como si fuera de consumo
exclusivo de los jóvenes, y no es así.
- ¿Cómo operan los medios de comunicación en la
construcción de la imagen que se tiene de los jóvenes en
la sociedad?
- Los medios transmiten un discurso dominante, pero
también lo construyen, porque lo validan. En lo que
tiene que ver con los jóvenes, los medios difunden un
discurso que centra en ellos ciertas conductas
“desviadas”, de las cuales los hacen responsables,
cuando en realidad son responsabilidad pura, clara y
dura del mundo adulto.
No es responsabilidad del joven que no haya trabajo, o
que el trabajo que se les ofrezca sea de baja calidad, o
que vean al sistema educativo como un sistema que no les
brinda un diferencial. Y no es tampoco responsabilidad
de los jóvenes la inseguridad.
Sin embargo, se dice que son ellos los que crean la
sensación de inseguridad, o que no quieren estudiar ni
trabajar. Y se habla de los “ni-ni”, de los jóvenes que
no estudian ni trabajan...
Para quien toma decisiones políticas esas afirmaciones
son elementos de la realidad. Pero también son una
construcción, en particular de los medios, que como
mínimo fortalecen ese mensaje. Basta ver la
cantidad de minutos de pantalla que ocupa una entrevista
a alguien que dice que vio a unos gurises robar, y
compararla con el tiempo que se les dedica a los
chiquilines que están en los clubes de ciencia, por
ejemplo. Cuando un medio insiste en entrevistar una y
otra vez a las víctimas de robos, preguntarles qué
sienten, cómo eran los ladrones, resaltar que se trataba
de “menores”, está construyendo un discurso. Cuando se
los critica por el tiempo que dedican a la crónica roja
los medios responden que es eso lo que la gente quiere
ver y que ellos atienden esa demanda. En realidad la
fortalecen. Como fortalecen, a partir de las estrategias
que plantea el mercado, los patrones de consumo que
llevan a que jóvenes que no pueden acceder a lo que se
promueve en esos propios medios delincan. Se critica a
los jóvenes por presentistas, por hedonistas, por buscar
el estímulo inmediato, pero las propias estrategias de
publicidad y comunicación estimulan esas conductas y ese
mensaje: que lo compro hoy, lo tiro mañana, lo vuelvo a
comprar pasado mañana y lo tiro tras pasado. La sociedad
capitalista no tiene posibilidades reales de permitirles
a todos consumir al mismo nivel. Si las tuviera,
desaparecería el planeta inmediatamente. Pero crea esos
desfasajes.
Pienso que los medios son efectivamente muy responsables
de lo que una sociedad ve y siente. Y toman decisiones
políticas.
- ¿Cuáles serían las consecuencias de una
profundización de ese discurso dominante?
- Generar continuamente elementos de segregación. Hoy
pueden ser de los jóvenes, pero mañana de los negros, de
los homosexuales, de los peludos, de las personas con
lentes. Me parece que la izquierda está obligada a
rechazar esos mensajes, a no hacer conexiones falsas, a
negar que sea realidad eso de que el joven que no
estudia roba.
También me parece un error sostener que con educación se
resuelve todo, que si el sistema educativo funcionara de
otra manera no habría más delitos. Eso supone recargar a
la educación con otros valores.
La estrategia para encarar estos temas, me parece, no
pasa solamente por la educación ni por definir políticas
de jóvenes y adolescencia. Insisto: este sistema
capitalista promueve ciertos patrones de conducta y de
consumo que luego la sociedad no puede satisfacer. Ahí
hay un problema central.
-Cuando usted dice que se responsabiliza a los
jóvenes de ciertas situaciones, ¿piensa que en ese
discurso se engloba a todos los jóvenes?
- Está centrado sobre todo en aquellos que se ve como
“desviados”. Pero de todas maneras creo que en Uruguay
hay un temor a la juventud. El joven siempre es una
presencia amenazante para la gente que está segura en un
lugar. La estrategia del temor y de consagrar un
discurso penalizador del joven es propia de las
sociedades envejecidas como la nuestra.
-¿Cómo hacer para superar esa actitud
estigmatizadora?
-
Es parte de un cambio cultural que hay que hacer.
La primera cosa sería aceptar al joven como un sujeto
pleno de derechos. Esto tomará tiempo y no sé si
efectivamente podrá consolidarse. Si se habla de sujeto,
se habla de personas con potencial de creación. Y los
jóvenes se manejan con sus pautas. Hoy se expresan, por
ejemplo, en las redes sociales, como los jóvenes de
otras generaciones lo hacían de repente en los
periódicos o a través de la música.
Pero cuando aparecieron las redes sociales se los empezó
a atacar diciéndoles que no se juntaban a hablar. Como
si los adultos se juntaran mucho, ¿no?
-Usted dijo que los medios toman “decisiones
políticas”. ¿A qué se refiere concretamente?
-La definición de un director de informativo a la hora
de decidir qué notas va a hacer mayor hincapié es una
decisión política. Ver qué paquete de enlatados voy a
traer de otro país, es una definición política. Cuando
se toman decisiones sobre las cosas a promover son
efectivamente decisiones políticas.
Hoy tenemos un presidente que, en su discurso, ataca
permanentemente este hecho de realizarse únicamente a
través de la capacidad de consumo.. Es una actitud
política también. Son problemas de civilización, que se
plantean en todas las sociedades. Habrá un mundo para
muy poquitos y los otros deberán ser como ya se dijo en
los años noventa, una máquina sobrante. El capitalismo
cuando quiere funcionar correctamente no tiene ninguna
dificultad para usar los términos correctamente. Si hay
gente que no está incluida, sobra.
- ¿Cuáles podrían ser, entonces, las salidas?
- Si las supiera estaría en falta por no promoverlas. Me
parece que la primera es asumir que tenemos ese
problema. La izquierda debe asumir que puede estar
fortaleciendo un discurso netamente conservador, y
punitivo y sancionador de las nuevas prácticas de
socialización de los jóvenes.
Las estrategias de consumo no son generadas por los
jóvenes. El joven no va a una fábrica y dice “haceme
esto”. Las estrategias de consumo son promovidas por los
propios actores que producen los bienes a consumir.
Como seres políticos y de izquierda estaría bueno
preguntarse, al diseñar una política pública y
comunicarla, si estamos fortaleciendo o no un discurso
que atenta contra nuestras propias opiniones
progresistas. La izquierda imagina a la sociedad
funcionando de otra manera, para ella la pobreza no es
algo natural, la desigualdad no está en nuestros genes.
-Es muy extraño encontrar a un director general de un
ministerio con 32 años...
- He tenido una buena relación en casi todos los lugares
de responsabilidad que he ocupado en los últimos años,
tanto en la interna de la organización política como
siendo legislador - en el período pasado- como hoy en el
ministerio. Lo que sí puedo decir es que la nuestra es
una sociedad altamente conservadora. Dice que va a
promover el recambio generacional y después lo
inhabilita.
A la hora de tomar una decisión se tenderá a favorecer
lo que más se conoce, y si es un joven el elegido será
un joven que hace tiempo se conoce.
Pero en la política actualmente no hay una irrupción de
los jóvenes en forma generalizada, como pudo haber
pasado en la década de los sesenta. La sociedad prefiere
esa certeza, algo conservador y conocido, lo cual no
favorece la aparición de nuevos actores y eso mismo
aleja a los jóvenes de la política.
Por otra parte, yo no promuevo el recambio por el
recambio en sí, y no me parece que la cédula de
identidad sea un criterio justo... |