Juicio y castigo
Pesadas condenas para militares argentinos en causa por
Automotores Orletti, centro del Cóndor en Buenos Aires
A penas de entre 20 años y cadena
perpetua fueron condenados este 31 de marzo en Buenos Aires
cuatro ex represores argentinos involucrados en la
desaparición de varias decenas de uruguayos detenidos en el
centro clandestino Automotores Orletti. La lectura de las
sentencias fue seguida en directo desde la residencia del
embajador argentino en Montevideo por sobrevivientes de ese
campo de detención y familiares de víctimas.
Los camaristas del Tribunal Federal 1
encontraron culpables, en distinto grado, de delitos de
homicidio calificado, tormentos y privación ilegal de la
libertad al general retirado Eduardo Cabanillas, los ex
agentes de los servicios de inteligencia argentinos Eduardo
Ruffo y Horacio Martínez Ruiz y el ex integrante del
Batallón 601 de Inteligencia del Ejército argentino Raúl
Gulielminetti.
Cabanillas fue condenado a cadena
perpetua, Ruffo y Martínez a 25 años de prisión y
Guglielminetti a 20. Al general retirado, uno de los
responsables de Automotores Orletti, se le imputò
"homicidio calificado en cinco oportunidades, privación
ilegítima de la libertad en 29 oportunidades y tormentos en
29 oportunidades", según figura en el fallo.
El centenar largo de presentes en la
residencia diplomática siguió la audiencia desde una
pantalla gigante instalada en los jardines, casi siempre en
silencio. No hubo exteriorización mayor de alegría, sí
satisfacción.
"Fue un fallo histórico, la prueba de
que se puede hacer justicia", comentó Macarena Gelman, hija
de los argentinos Marcelo Gelman, asesinado en Orletti, y
de María Claudia García, trasladada desde ese centro de
detención hacia Montevideo, donde desapareció tras dar a
luz a su hija probablemente en el local de la Secretaría de
Inteligencia de Defensa de la dictadura uruguaya en Bulevar
Artigas y Palmar.
Macarena, que vive en Montevideo, fue
entregada ilegalmente en adopción y recién se le restituyó
su identidad en el año 2000.
"Es mejor que la justicia tarde a que la
injusticia se instale de manera permanente", dijo por su
lado en Montevideo Eduardo Luis Duhalde, secretario de
Derechos Humanos del gobierno argentino y abogado defensor
de varios de los uruguayos hoy querellantes en la "causa
Orletti".
"Con impunidad no se construye ni el
presente ni el futuro", agregó.
Entre los presentes en la representación
diplomática figuraba también Bernabela "Belela" Herrera, ex
vicecanciller uruguaya que acaba de ser condecorada por el
gobierno argentino con la Orden de Mayo, la máxima
distinción otorgada por ese país, por su contribución de
décadas a la defensa de los derechos humanos.
Durante el juicio el tribunal escuchó el
testimonio de más de 80 personas, entre ellas una treintena
de uruguayos, en su mayoría sobrevivientes o familiares de
otras víctimas que permanecen como desaparecidas.
Instalado en el predio de un garage
ubicado en el barrio porteño de Floresta, Orletti fucnionó
durante varios meses (entre junio y noviembre de 1976) como
el principal centro operativo en Buenos Aires del Plan
Cóndor de coordinación entre las dictaduras del Cono Sur.
Por allí pasaron, además de militantes argentinos, decenas
de uruguayos, también chilenos y bolivianos y hasta dos
diplomáticos cubanos que figuran en las listas de
desparecidos.
Los testimonios de los uruguayos
detenidos en ese campo que pudieron sobrevivir coinciden en
identificar entre quienes los interrogaban y torturaban a
varios oficiales de su país, algunos de ellos detenidos
actualmente en Montevideo. Otro, el coronel retirado Manuel
Cordero, fue arrestado en Brasil a pedido de la justicia
argentina y extraditado el año pasado hacia Buenos Aires,
donde espera a ser enjuiciado en el marco de la causa
abierta por el Plan Cóndor, en la que aparecen como
víctimas cerca de 50 uruguayos.
"Todo secuestrado (que pasaba por
Orletti) era sometido a un régimen con tanta carga de
terror y sadismo que de por sí era constitutivo del delito
de imposición de tormentos", señaló en su auto de
procesamiento de los imputados el juez Daniel Rafecas.
El lugar donde funcionaba el centro
clandestino de detención es hoy un "sitio de memoria" y fue
reconstruido en parte gracias a los testimonios de los
uruguayos sobrevivientes. |