“La embajada indoblegable”
Libro recoge papel de embajada de
México en Montevideo bajo el terrorismo de Estado
Durante la dictadura uruguaya, la
embajada de México en Montevideo asiló a unos 400
perseguidos políticos, para muchos de los cuales se
convirtió en un verdadero centro asistencial. Un libro, “La
embajada indoblegable”, de Silvia Dutrénit Bielous,
uruguaya exiliada en el país norteamericano, recoge aquella
historia.
Coeditado por el Instituto de Ciencia
Política y Fin de Siglo, el trabajo fue presentado en la
noche de este jueves en la sede de la Cancillería.
El vicecanciller Roberto Conde, uno de
los oradores, señaló que en el libro aparecen en toda su
magnitud dos figuras contrapuestas: por un lado, Juan
Carlos Blanco, ministro de Relaciones Exteriores durante
los primeros años de la dictadura uruguaya, a quien Conde
tildó de “el canciller de la vergüenza”; y por otro a
Vicente Muñiz Arroyo, representante de México en Uruguay
por aquellos años, “el embajador de la dignidad y de la
honra”.
Muñiz salvó vidas, Blanco contribuyó a
segar otras, dijo.
El ex canciller uruguayo fue condenado
el año pasado a veinte años de prisión por el “homicidio
muy especialmente agravado” de la maestra Elena Quinteros,
ocurrido en 1976.
Quinteros fue secuestrada por militares
uruguayos cuando intentaba asilarse en la embajada
venezolana en Montevideo. El episodio llevó a que Caracas
rompiera relaciones con Uruguay.
Blanco fue uno de los jerarcas de la
dictadura que decidió no reconocer la detención de la
maestra y hacerla “desaparecer”. El cuerpo de Quinteros
nunca fue encontrado.
Por la misma época, Muñiz Arroyo
prestaba asistencia a todo aquel perseguido que se la
reclamara. Fue así alojó, no sólo en la sede de la
representación diplomática mexicana sino también en su
residencia a unas 200 personas -incluidos cerca de 60
niños- a las cuales se les prestaron servicios educativos,
de salud, de seguridad y traslados.
Gerardo Caetano, ex director del
Instituto de Ciencia Política, señaló que “La embajada
indoblegable” muestra cómo una representación diplomática
puede convertirse “en refugio para miles de personas”
acosadas por regímenes que practican el terrorismo de
Estado y lo que un hombre (Muñiz Arroyo en este caso)
“puede hacer en medio del horror de una dictadura”. |