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9 de abril, 2011

“La embajada indoblegable”

Libro recoge papel de embajada de México en Montevideo bajo el terrorismo de Estado
Durante la dictadura uruguaya, la embajada de México en Montevideo asiló a unos 400 perseguidos políticos, para muchos de los cuales se convirtió en un verdadero centro asistencial. Un libro, “La embajada indoblegable”, de Silvia Dutrénit Bielous, uruguaya exiliada en el país norteamericano, recoge aquella historia.

Coeditado por el Instituto de Ciencia Política y Fin de Siglo, el trabajo fue presentado en la noche de este jueves en la sede de la Cancillería.

El vicecanciller Roberto Conde, uno de los oradores, señaló que en el libro aparecen en toda su magnitud dos figuras contrapuestas: por un lado, Juan Carlos Blanco, ministro de Relaciones Exteriores durante los primeros años de la dictadura uruguaya, a quien Conde tildó de “el canciller de la vergüenza”; y por otro a Vicente Muñiz Arroyo, representante de México en Uruguay por aquellos años, “el embajador de la dignidad y de la honra”.

Muñiz salvó vidas, Blanco contribuyó a segar otras, dijo.

El ex canciller uruguayo fue condenado el año pasado a veinte años de prisión por el “homicidio muy especialmente agravado” de la maestra Elena Quinteros, ocurrido en 1976.

Quinteros fue secuestrada por militares uruguayos cuando intentaba asilarse en la embajada venezolana en Montevideo. El episodio llevó a que Caracas rompiera relaciones con Uruguay.

Blanco fue uno de los jerarcas de la dictadura que decidió no reconocer la detención de la maestra y hacerla “desaparecer”. El cuerpo de Quinteros nunca fue encontrado.

Por la misma época, Muñiz Arroyo prestaba asistencia a todo aquel perseguido que se la reclamara. Fue así alojó, no sólo en la sede de la representación diplomática mexicana sino también en su residencia a unas 200 personas -incluidos cerca de 60 niños- a las cuales se les prestaron servicios educativos, de salud, de seguridad y traslados.

Gerardo Caetano, ex director del Instituto de Ciencia Política, señaló que “La embajada indoblegable” muestra cómo una representación diplomática puede convertirse “en refugio para miles de personas” acosadas por regímenes que practican el terrorismo de Estado y lo que un hombre (Muñiz Arroyo en este caso) “puede hacer en medio del horror de una dictadura”.

   
 
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