Imprimir 

15 de abril, 2011

Consumo de drogas

Romani llamó a descartar facilismos que “abonan el miedo” y “nada resuelven”
La responsabilidad de los adultos en el consumo problemático de drogas fue el eje del mensaje que Milton Romani, secretario general de la Junta Nacional de Drogas (JND), transmitió a los más de 300 participantes de un taller realizado este viernes 15. “La droga es una buena coartada de las sociedades contemporáneas para generar tabúes”, muchos la consideran “el mal de todos los males y eso no es cierto”, dijo.

Este viernes se llevó a cabo en la Torre de Comunicaciones el primer taller presencial del curso “en línea” “Abordaje multidisciplinario sobre consumo problemático de drogas”, impartido por la de la Secretaría Nacional de Drogas.

La iniciativa surgió hace cuatro años por la inquietud de diversos actores que participan en el tema y que demandaban capacitación a la Secretaría.

Se decidió hacer un curso anual “en línea” que comprendiera algunos talleres presenciales para formar, fundamentalmente, a quienes se enfrentaron a la problemática sin herramientas.

El curso supone exámenes mensuales y finaliza en diciembre con una prueba monográfica.

Quienes lo dictan son asesores técnicos de la Secretaría y docentes externos invitados (en Psicología, Medicina y Ciencias Sociales), informó uno de los coordinadores, Héctor Suárez.

El 80 por ciento de la matrícula tiene un perfil profesional. Son en su mayoría trabajadores sociales, psicólogos, sociólogos, médicos, enfermeros y docentes.

En anteriores ediciones se capacitó a unos 750 participantes, sobre una matrícula total de mil personas aproximadamente.

Este año se recibieron unas 480 solicitudes de inscripción y quedaron fuera más de 100 postulantes.

La mayor proporción de participantes proviene de de Montevideo y Área Metropolitana (65 por ciento). El 40 por ciento de los inscriptos trabaja directamente con personas con uso problemático de sustancias, y operan en el Ministerio de Desarrollo Social, el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay, policlínicas barriales, centros de tratamiento, asociaciones diversas.

Romani dijo que si bien este tipo de iniciativas procura ser una herramienta técnica de traslado de saberes, también la entiende como un compromiso individual y una vocación que lleva a involucrarse en un tema complejo, dinámico y multidimensional, que socialmente se reconoce como problemático.

“Requiere una sistematización de la evidencia científica y a la vez un movimiento comprensivo, es decir entender qué le pasa al otro y qué nos pasa a nosotros”, señaló.

También requiere un grado de docencia para construir con otros y generar debate. Y se trata de un tema que a nivel político se debate poco, subrayó.

“La droga es una buena coartada de las sociedades contemporáneas para cosificar, para generar tabúes o para generar lo que más se conoce como chivo expiatorio, es la explicación de todos los males”, dijo.

Eso no es cierto, aclaró, pero sí es verdad que “el consumo de drogas en época de mercantilismo es un problema de bien público”.

Romani enfatizó en que a menudo el “tema drogas” se presenta con un nivel de alarma pública que impide ver con profundidad todos sus alcances.

Hay hoy en Uruguay un “incremento del miedo”, dijo, y realizó lo que llamó una “afirmación política contundente”: “tenemos una cuestión perversa, que es ubicar a adolescentes y jóvenes como los responsables de todo el problema y unirlo a la droga como si fuera el único problema. Y los adultos, los que hace 20 o 30 años estábamos en un lugar, nos lavamos las manos y venimos a pedir encerrar a los botijas”.

Dijo que no duda en defender la firmeza de la aplicación de la ley, como lo demostró la JND procesando a 40 personas por lavado de dinero en un país que no tenía a nadie tras las rejas por este delito, pero instó a que las normas sean parejas para todos y que se identifique a quienes generan tantos problemas.

“Los pibes chorros”, señaló, son los responsables del lavado de dinero.

Muchos jóvenes, adolescentes y niños en vulnerabilidad social tienen la cultura del crimen, admitió. “Están jugados hace tres o cuatro generaciones”.

Citó en ese sentido cifras del Observatorio de la Criminalidad según las cuales 62 por ciento de los menores infractores internados en centros de reclusión tienen cortes en sus cuerpos. “Es un nivel de autoagresión que no tiene lógica, como tampoco la tienen algunos niveles de violencia intraciudadana”, argumentó.

Romani se preguntó qué capacidad de disuasión puede tener sobre un menor “ya jugado” que se lo juzgue con el Código Penal de mayores o que se le mantendrán los antecedentes cuando cumpla los 18 años.

Recordó que en 1997 y 2000 se hizo una reforma del Código Penal mediante la cual se aumentaron todas las penas. En ese momento había detenidas en las cárceles uruguayas 3.500 personas; hoy hay 9.000.

El jerarca insistió en que no todo el problema está en la droga y los adolescentes.

Reconoció que la opinión pública puede pensar otra cosa pero que él, como responsable de la aplicación de políticas públicas en drogas, opina en el mundo entero el modelo de guerra contra las drogas lo único que hizo fue incrementar la violencia.

El secretario de la JND apela a que los participantes en el taller desarrollen un “pensamiento crítico”, porque es necesario un debate democrático ciudadano sobre el tema.

“Uruguay tiene 11 años de pasta base y recién el año pasado se formó una comisión de adicciones en el Parlamento. Se requieren más espacios de escucha en el barrio para que en la cotidianidad se desarrollen acciones”, concluyó.

   
 
  Ver fotografías
 
  Milton Romani
 
  Héctor Suárez