Hallazgos arqueológicos
Estructuras óseas del río San Salvador
serán estudiadas y permanecerán en Soriano
Como medida de protección frente a
factores ambientales los esqueletos hallados en Soriano
fueron conducidos desde el área del río San Salvador hacia
Dolores. En el museo local se planifica el montaje de un
laboratorio a fin de microexcavar los conjuntos óseos
asentados en sus panes de tierra. Al mismo tiempo, se
procede a la conformación de un equipo de expertos para el
desarrollo de los estudios correspondientes.
El arqueólogo de la
Intendencia de Soriano, Aparicio Arcaus, informó que los
conjuntos óseos trasladados el día 26 de abril, desde el
área de prospección arqueológica del río San Salvador,
próxima a su desembocadura en el río Uruguay, permanecen a
resguardo en el museo Lacán Guazú de la ciudad de Dolores.
El experto indicó que en
estos momentos, mientras un equipo de la Comisión de
Patrimonio de la Nación continúa el relevamiento de la
zona, se planifica la conformación del equipo humano donde,
al menos uno de ellos, sería antropólogo forense, el
montaje de un laboratorio y los insumos necesarios para
proceder a la microexcavación de los conjuntos óseos.
La microexcavación puede
aportar evidencias orgánicas como polen, elementos de
carbón, fibras vegetales e improntas que quedan en el
sedimento. Éstas se originan cuando se desintegran algunos
huesos o los cueros asociados a determinado tipo de
enterramiento, lo que provoca un cambio de color del
sedimento. Ese procedimiento, además, permitirá investigar
las piezas óseas y advertir patologías.
Evitar daños irreversibles
Luego de la exhumación, las
dos estructuras óseas, con sus respectivos panes de tierra,
fueron conducidas en dos cajones con paredes metálicas
recubiertas de yeso en su interior. El traslado con destino
a las instalaciones museísticas se realizó, con los
recaudos necesarios, en una embarcación que navegó hacia
Dolores por el río San Salvador. Ya en tierra, un
importante número de pobladores locales acompañó la
comitiva con respetuoso silencio.
El arqueólogo Arcaus
justificó la acción en el entendido que los panes de tierra
que contenían los conjuntos óseos, se encontraban sobre la
superficie y era necesario protegerlos de factores
ambientales. “De lo contrario, el daño que iba a sufrir el
material iba a resultar irreversible”, sostuvo.
Uno de los casos constituye
lo que se denomina enterramiento primario. Ello significa
que el individuo fue colocado en la tumba, tal cual murió.
Estos restos mortuorios, en particular, presentaban un
ajuar funerario consistente en una boleadora y un pequeño
dije de cerámica, lo que permite inferir a los expertos de
que se trató de un enterramiento prehispánico.
El otro caso, consiste en un
enterramiento secundario. Aquí los huesos fueron
acondicionados de manera intencional y particular, una vez
que el individuo falleció. El cráneo se dispuso en el
centro del conjunto y a ambos lados los huesos largos. La
microexcavación también permitirá advertir la disposición
completa del paquete funerario aunque, en este caso, no se
puede aseverar que se trata de un enterramiento indígena o
de la época hispánica. Lo que sí resulta claro, es que
ambos enterramientos pertenecen a distintas culturas.
El entrevistado señaló que no
puede aseverar que los restos de cerámica encontrada
alrededor de los enterramientos se corresponden con éstos.
“Es muy difícil ser categóricos y asociarlos, porque el
sitio ha sido removido por las tareas agrícolas”. Esa
información surgirá en la medida que en las tareas de
laboratorio surjan fragmentos de cerámica o alguna vasija
completa que esté asociada estratigráfica y espacialmente
asociada en forma directa”.
Las estructuras óseas van a
permanecer en el departamento de Soriano, aseguró Arcaus.
“Lo que no sabemos todavía -y eso va a depender en buena
medida de las condiciones de preservación de los esqueletos
y algún otro aspecto- es, si vamos a exhibirlos en museo
o dejarlos acondicionados en el depósito, a disposición de
los investigadores”. |