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27 de agosto, 2008

Estrategia industrial

Kreimerman: Uruguay procura potenciar cadenas productivas
La industria nacional ha crecido sostenidamente y presenta una “ventana de oportunidades”, afirmó el Director de Industria, Roberto Kreimerman. Subrayó que se procuran procesos de buenas tecnologías, dado que éstos “generan más y mejor empleo”. Sostuvo que la política industrial debe promover una mejora en las industrias de soporte y modificar la inserción internacional del país, procurando una complementación creciente.

SITUACIÓN DE LA INDUSTRIA NACIONAL

El Director Nacional de Industria, Roberto Kreimerman, consideró que la industria nacional ha evolucionado en forma positiva en los últimos años, lo cual se ha expresado en crecimiento del Producto Bruto Interno Industrial del orden del 9,5% anual. Precisó, respecto al pasado año, que existe una variación acumulada en el índice de volumen físico del 17,8 % para el total de la industria y del 11% para la industria sin refinería.

A pesar de las amenazas que genera el enlentecimiento de la economía de Europa y de los Estados Unidos, Kreimerman manifestó que la situación favorable se mantendrá, debido al incremento de los proyectos declarados de interés nacional y a la tendencia al aumento que presentan las inversiones. Esto seguirá repercutiendo favorablemente en la caída del desempleo y en el incremento de las exportaciones, añadió.

No obstante, el Director de Industria indicó que, en lo que refiere a la estructura productiva del país, se ha constatado un crecimiento de los sectores primarios y con menor valor agregado, por lo cual si bien se ha producido un crecimiento acumulado considerable, dado –fundamentalmente- por la situación internacional y por la política económica aplicada, un 75% de productos son de carácter primario y con baja aplicación tecnológica. “El país tiene una estructura productiva (…) muy volcada a sectores de baja tecnología”, “con un bajo desarrollo de capacidades propias”, concluyó.

Asimismo, como tercer elemento característico de la situación de la industria nacional, Kreimerman apuntó a los impactos propiciados por los cambios en la situación económica mundial. Puntualizó que la misma se ha generado por la irrupción de India, China, Brasil y Rusia, repercutiendo en la estructura de precios de los commodities y en el alza de los precios de los combustibles. Destacó que esta irrupción genera una nueva “ventana de oportunidades” para el sistema económico mundial, que parecía lejana en la década de los noventa.

ALGUNAS DIRECTIVAS DE ESTRATEGIA INDUSTRIAL

En cuanto a las definiciones estratégicas asumidas por el país, Kreimerman consideró que se busca desarrollar varias cadenas productivas, procurando modificar la estructura económica del Uruguay y disminuir su vulnerabilidad frente a los ciclos económicos internacionales.

Asimismo, agregó que si bien se procura continuar con un fuerte crecimiento, se plantea subir un escalón en la cadena de valor global y procurar una mayor solidez de las cadenas, evitando que todos sus insumos se tengan que importar. El tejido industrial estaba “destruido” en la década de los 90, apuntó.

Ser un país productor de materias primas es un modelo inadecuado para su población, porque se pierde independencia económica y se está expuesto a los ciclos económicos internacionales, sostuvo el Jerarca.

Según el Documento Base del Gabinete Productivo, presentado en julio de 2008, se está realizando en el presente año un trabajo en ocho cadenas productivas (Farmacéutica, Madera, Energía Renovable, Carne, Leche, Oleaginosos, TIC y Automotriz) con la finalidad de extender y captar procesos en las mencionadas cadenas. En el documento se destaca que “son de especial interés los procesos que permiten transferencia tecnológica para el desarrollo de capacidades nacionales”. Kreimerman informó que si bien los estudios de la Dirección Nacional de Industrias sobre las cadenas productivas se orientan al corto plazo, se investigan las restricciones que se presentan para crecimiento futuro.

El Jerarca subrayó que se deben tener procesos de buenas tecnologías, dado que estos “generan más y mejor empleo”, y que se deben mejorar las industrias de soporte, posibilitando que los productos posean un mayor valor agregado.

En tanto, manifestó que se deben elegir sectores, ya que no se pueden dilapidar recursos, máxime si toma en consideración la dimensión de nuestro país.

COMPETITIVIDAD

Refiriéndose a la competitividad de las empresas uruguayas, Kreimerman precisó que no se compite en términos de promedio, por lo cual el enfoque debe orientarse hacia las cadenas productivas específicas. Se debe comparar si las industrias locales poseen mejores precios que las extranjeras y si resultan mejores en costos, en entrega y en calidad, afirmó.

Asimismo indicó que la competitividad tiene tres grandes componentes; primero, el de la propia empresa, en sus procesos y en sus optimizaciones; segundo, un componente sistémico a nivel de la cadena, que refiere a cuan buenos son sus proveedores; y tercero, el componente que refiere a la competitividad de la sociedad en su conjunto.

Puntualizó que las políticas que realicen desde la esfera pública deben contemplar estos tres niveles. A nivel de las empresas, hay que dar un gran impulso a los certificados de calidad y acreditación, coordinado las acciones de las instituciones competentes. En el segundo nivel –de las cadenas productivas- se debe apoyar el desarrollo de las sinergias productivas procurando la cooperación entre los distintos integrantes de la cadena, “limando” los intereses contrapuestos. Y por último, en cuanto a la competitividad sistémica, sostuvo que se deben entrecruzar las políticas horizontales con políticas específicas.

Las políticas horizontales se expresan en la creación de un clima favorable, propiciado, entre otros instrumentos, por la segunda Reglamentación de Ley Inversiones, por la creación Agencia Nacional de Investigación, por la política de estabilidad macroeconómica, etc. En tanto, agregó que las políticas específicas sectoriales deben generar una mejora en la competitividad, ser focalizadas, transparentes y tener un carácter transitorio.

Refiriéndose a uno de los elementos que pueden conspirar contra la competitividad de la industria nacional, el Jerarca se refirió al riesgo de que el éxito de las cadenas agro – industriales signifiquen ingresos de divisas que, junto con el desarrollo de las inversiones, sobrevalúen la moneda local.

Finalizando con la exposición de los objetivos estratégicos de la política industrial, Kreimerman destacó la importancia de una adecuada inserción internacional, que procure que el país se complemente adecuadamente con los otros países del MERCOSUR. Precisó que mientras hay cadenas productivas que nunca serán complementarias, existen otras que sólo podrán existir si son complementarias. Los acuerdos productivos recientemente alcanzados en el bloque regional no son de carácter general, sino específicos de cadena a cadena, apuntó. En tal sentido, los acuerdos automotrices con Argentina y Brasil son un ejemplo de acuerdos específicos; además, en Tucumán se logró un acuerdo sobre integración productivo, el cual constituye un acuerdo específico cadena a cadena.

La competitividad es sistémica, cadena a cadena, lo cual es apreciado favorablemente cuando se evalúa desde el exterior. “Una cadena es tan competitiva como su eslabón más débil, sino el país la pierde y se transforma en un productor de materias primas”, añadió.

DESAFÍOS Y DEBILIDADES

En cuanto a las debilidades que presenta la producción industrial del Ururguay, el Director Nacional de Industria, Roberto Kreimerman, a puntó a los problemas de escala. Indicó que si bien sólo mediante los acuerdos regionales y bilaterales estructurados se puede mejorar la situación, estos acuerdos no pueden sólo apuntar “a qué te doy, qué me das”, sino que deben propiciar una complementación creciente. De no suceder esto, subrayó, “el país de gran escala termina colocando sus productos”, mientras los nuestros no encuentran mercados.

En segundo lugar, se refirió a la debilidad que tiene el país en torno a su institucionalidad. A modo de ejemplo, señaló que existe una segmentación entre ganadería e industria.

En tercer lugar, refiriéndose a los recursos humanos, consideró que si bien pueden existir problemas en algunas cadenas de escasez de oferta de mano de obra, no resulta un problema a largo plazo. Subrayó que mientras en épocas pasadas teníamos profesionales en determinadas áreas que no encontraban inserción laboral, en la actualidad, en algunas áreas, sucede lo opuesto. “¡Bienvenido este problema!”, el cual tiene múltiples soluciones, dijo. Consideró que el mercado opera, y ante las nuevas oportunidades la gente comienza a desplazarse de un sector al otro.

Finalmente, Kreimerman expresó una postura crítica en torno a la articulación entre investigación y la aplicación productiva. Subrayó que las cadenas se vuelven competitivas cuando hay investigación aplicada para esas cadenas, generándose desarrollo de nuevos productos, mejora de los procesos y sustitución de insumos. Si bien la importación de tecnología mediante la importación de bienes de capital resulta buena, porque permite mejoras para las cadenas, nos posiciona en una situación de dependencia con los insumos y con la capacidad de desarrollo de otros países. Uruguay tiene que apuntar a desarrollar determinadas líneas de investigación aplicada, para lo cual hay que aumentar los recursos invertidos y hay que lograr, fundamentalmente, que los sectores productivos demanden estos servicios y que las investigaciones satisfagan las demandas ocasionadas, afirmó.

   
 
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