Discurso
del
Presidente José Mujica tras asumir la Presidencia de la
república
Plaza Independencia
1 de marzo de 2010
Amigos, amigos de América Latina y
amigos que han venido del mundo: señores Mandatarios,
Cuerpo Diplomático, quienes representan distintos países y
naciones; aquellos que representan a las organizaciones
sociales del Uruguay y alguna de los queridos países
vecinos, a quienes representan, comunidades religiosas; a
todos aquellos que en el Uruguay ejercen alguna autoridad o
alguna responsabilidad política; y al final, sin
parafernalia, ¡a ti querido pueblo con el cual están todos
los compromisos!
Es bueno, es bueno en la vida recordar
que nadie es más que nadie y saber que gobernar es
construir equipos, por eso le quiero pedir a mi compañero
de fórmula que entregue un saludo, que les entregue un
abrazo.
Pero antes de eso, queridos compañeros,
antes de eso yo invité a un amigo que está acá, es un viejo
“peludo” de Artigas criado en la frontera, huérfano de gurí;
que tiene cuarenta y pico de años de militancia, que cada
vez que voy Artigas paro en su rancho, de los
imprescindibles de abajo, de los que nunca piden un puesto
un cargo, un acomodo, un laburo; de los que a lo largo de
más de cuarenta años siempre militan y es a través de él
que quiero recordar que no por estar arriba tu corazón y tu
compromiso deja de estar abajo.
Y sé que tengo que pelear hoy por la
integración de este país, por todos y con todos. Y eso va
ser el tono de lo que intentaremos decir si nos sale y sino
vaya nuestro corazón.
Pero ahora escuchen a Danilo. Porque, ¿sabés
una cosa pueblo? Cuando uno tiene 74 años es bueno tener la
caja de repuesto aceitada y pronta. Por esa razón este es
un gobierno de equipo que no delega responsabilidad, pero
que sabe que tiene que desconfiar de la biología a parte de
desconfiar de las limitaciones que puede tener la soledad
en nuestra cabeza. Con ustedes, Danilo.
Amigos, ¿por qué esta Transmisión de Mando un poco
inusitada en la plaza pública y acá no sólo a la
intemperie, sino ante la estatua de Artigas? Quienes
organizaban esto tres por dos me atormentaban: “¿Y si
llueve?” “Y si llueve nos mojamos todos”, les decía yo. Y mirá qué incrédulo. ¡Qué sé yo! No se puede vivir
temblándole a todo. ¡Mala suerte si llueve! ¡Tuvimos
suerte! ¿Por qué? ¿Qué simboliza este monumento? Este
monumento simboliza para los uruguayos dos cosas: Unidad
Nacional y Concepción latinoamericana. ¡Unidad, abrazo de
los pueblos de América Latina!
Este es el sentido y
el símbolo que se haga en una plaza pública para que la
gente lo vea, es aburrido como toda cosa protocolar. Ahora
estamos santificados. Está la firma del señor escribano,
hemos procedido en regla.
No dirán que no soy
una criatura domesticada. Pero amigos, estas formalidades
que dan garantías podrán ser aburridas pero son una
necesidad institucional que hay que defenderla, ¡y hay de
nosotros cuando no las tenemos y cuando las hemos perdido!
Solo le damos valor
cuando nos damos cuenta el papel de representación que le
cumplen para con una Nación.
¿Y cuál es el sentido
entonces de este encuentro? Agradecerle el calor al pueblo
uruguayo en primer término, ese calor que vimos en las
calles y esa alegría.
Sabemos que hoy casi
tocamos el cielo con la mano y mañana empezarán los días
cansinos del trabajo, inevitablemente el camino del
Purgatorio. Pero compañeros, compatriotas, estamos
comprometidos con un país que vaya a más.
Pertenecemos a una
generación de la cual quedan algunas reliquias de los que
quisimos tocar el cielo con la mano, desesperados de amor
por las tragedias de nuestro pueblo soñamos con construir
como pudiéramos sociedades mejores. Duro aprendizaje de la
larga acumulación que significa poder progresar, porque no
hay progreso que no sea acumulativo, que no sea lento y que
no sea hijo del trabajo disciplinado de los hombres y de
las sociedades.
Hoy nos damos cuenta,
queridos compatriotas, que no podremos jamás abdicar de
soñar que algún día podrá haber arriba del planeta
sociedades donde lo mío y lo tuyo no nos separen, con menos
egoísmo y más solidaridad.
Pero sabemos, sabemos
que no es poca cosa tener libertad, disentir, respetarnos,
multiplicar conocimiento y conciencia y ensayar todos los
caminos y fórmulas posible que sirvan para enriquecer la
sociedad y para enriquecernos nosotros mismos como seres
humanos.
Soy de los que
piensan que algún día la Humanidad construirá esas
sociedades, pero mucho antes tendrá que haber multiplicado
mucha riqueza, mucho conocimiento y mucha cultura porque es
inútil querer igualar de arriba hacia abajo: la gente clama
por lo inverso.
Todas estas cosas son
opinables, pero un gobierno son cinco años. Tenemos que
cumplir nuestros pequeños escaloncitos, subirlos y tratar
de dejar algo que van a continuar otros.
La historia ni
empieza ni termina con nosotros, solamente que seamos unos
bichos terriblemente vanidosos.
Entonces, necesitamos
en primer término la colaboración de todos los sectores, de
todos los sectores que componen nuestra sociedad: ricos,
pobres y los del medio.
Necesitamos gente que
invierta y le tenemos que dar garantías porque va a
invertir si tiene seguridad y tranquilidad, y si esa gente
no invierte no le damos respuesta a aquellos por los cuales
solidariamente más estamos preocupados, por el afán de
repartir mucho y aceleradamente terminamos repartiendo
menos.
Tiene que andar la
economía en primer término, pero tienen que andar todas las
iniciativas posibles, la de los empresarios nacionales.
Me decía una señora
hoy, queremos ayudar a las empresas pequeñas, al Uruguay
entero, esta es una empresa pequeña. Sí, es posible, pero
necesitamos todas las iniciativas, la audacia de un Estado
que tenga capacidad de asociarse, de fundar cosas, más que
nada por darle garantía a la gente, a una clase media
ahorrista que no llega a la estatura de empresario, pero es
lo que tenemos. Ayudarla a fundar cosas, que corran las
cooperativas, que se atrevan y aquéllos más corajudos, de
mi palo, que no se preocupen por levantar muchos letreros
con reivindicaciones, eso que lo hagan, pero que afronten
el coraje de juntarse y fundar empresas autogestionadas
para demostrarse así mismo que los trabajadores son capaces
de mandarse a si mismos.
Y todo ese mundo
conviviendo y multiplicando la riqueza. Porque si no
multiplicamos riqueza todo lo demás es bla, bla, bla. ¿Por
qué? Porque nuestra época tiene una cultura y nuestra
cultura está significando que la gente demanda cuestiones
materiales y las demandas sociales son prácticamente
infinitas. Si cometemos el error de fracasar, talando las
iniciativas económicas o frenándolas, no hacemos otra cosa
que multiplicar el costo de las penurias que tenemos por
delante.
Pero al mismo tiempo
saber que nuestras sociedades son de dos velocidades, que
hay un mundo que cuando económicamente progresamos recoge
los frutos de ese progreso, pero hay otro mundo que por
marginación o atraso cultural comienza a quedar al costado
del camino. Y tenemos posibilidades, queridos compatriotas,
el Uruguay es una aldea grande dotada de recursos naturales
al punto que uno tendría que decir que esto es un pan
dulce. La Naturaleza nos dio demasiado y nos dio cosas que
son permanentes.
Podemos y debemos
seguir construyendo una tierra acogedora que abra los
brazos para todas las soledades de América Latina. Somos un
pueblo hijo de aluvión. Acá están todos los credos, todas
las culturas, acá no existe la discriminación, ni hacia los
negros, ni hacia los pobres, ni hay discriminación sexual
por las opciones que se tomen. Tal vez si un defecto
tenemos es tremendamente republicano y casi somáticamente
igualitario.
Por eso, compañeros,
nada más importante que la integración, nada más importante
que el funcionamiento político, nada más importante que
cuidar la economía, pero nada más importante, que nos
tenemos que recordar a los que quedaron al costado del
camino. No sólo por solidaridad, sino por conveniencia
nacional. Este país en el contexto de América Latina tiene
la historia de ser el país más igualitario. Debe continuar
y acentuar esa tendencia igualitaria llevándole oportunidad
a aquéllos que el mercado tiende a segregar
contemporáneamente.
El gran compromiso
del Gobierno que nace hoy, no es tocar el cielo con la
mano, ni repartir lo que no tiene, seria imposible. Su
compromiso se puede cuantificar y medir con pocas palabras:
barrer la indigencia y disminuir la pobreza en un cincuenta
por ciento como propuesta elemental y masificar el
conocimiento y la cultura, muy particularmente llevando el
conocimiento al interior lejano, olvidado y segregado. La
forma que lo hagamos es negociable, no es negociable el
rumbo. Y si por ello, nos toca pasar horas amargas, las
pasaremos. Estamos convencidos que la mayor herencia que le
podemos dejar a las generaciones que vengan es que sean
sencillamente más capaces que nosotros; más formados que
nosotros.
Nadie nos va a
regalar prosperidad. Entonces, compatriotas del pueblo que
andan por ahí, nuestro grito es latinoamericano, hermano de
nuestros hermanos. Los dolores de nuestros hermanos son
nuestros, allí esta nuevamente Chile roto, con una especie
de azote de la naturaleza que nos llama, y nos dice
cuidado.
Y ayer fue Haití,
mañana no sabemos que nos depara el cambio climático. Por
ello, por encima de las diferencias de clase, de religión,
de costumbre, unidos compatriotas, unidos para ser
solidarios con nuestros compatriotas.
Finalmente, queridos,
va a continuar esta transmisión, después hay una fiesta.
Las gargantas de la cultura uruguaya van a regalar unos
cantos a la gente, y lo van a hacer solidariamente, también
en la forma de integrar. Porque como puede haber algo
importante sin canciones. Mañana tendremos, o pasado,
alguna lágrima, y después tendremos algún contratiempo.
Pero hoy, comprometámonos, escuchemos la cultura de nuestro
canto. Acompañémoslo, y sobretodo, no al odio, no a la
bronca, no al escepticismo, no al no se puede, no a ese
crónico criticismo que agarramos el huevo y le damos vuelta
y vuelta y le encontramos el pelo.
Por encima de todas
las cosas, a comprometernos con la realidad. Y permítanme,
“nada cambia, sino cambias vos”. El sujeto del cambio sos
vos pueblo querido, contigo cambiamos o contigo sucumbimos.
Y estamos como abrazados. Si pudiera hacer lo de Fausto, y
hacerle un negocio a las fuerzas del más allá, y decirles,
se acabo mi existencia, pero estos años sirven para colmar
si quiera en parte la alegría de ese pueblo que esta en la
calle, lo haría.
Pero no hay milagro,
eso es pura poesía, y fantasía, tu progreso sale del
trabajo, del compromiso, de la ciencia, de la seriedad, del
levantarse todos los días y volver a empezar, y sentir una
derrota. Y, finalmente, tengo el derecho para gritar que en
este mundo derrotados son sólo aquellos que dejan de
luchar.
¡Viva la Patria!
¡Viva el Uruguay! ¡Viva América Latina! |